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Juegos de ayer que marcaron a generaciones de niños paraguayos

Ya no se juegan como antes, pero se resisten a desaparecer. Aprovechando el Día Nacional del Niño, sacamos del baúl de los recuerdos once juegos tradicionales que marcaron la infancia de varias generaciones en Paraguay.

Sencillos, creativos, compartidos en patios escolares, veredas o calles, muchas veces a la siesta y a escondidas de los padres, estos juegos fueron la escuela del compañerismo, la competencia sana y el ingenio, con recursos mínimos y alegría desbordante.

En un viaje al pasado, recordamos esos juegos que llenaban tardes enteras, cuando todavía no existían el Minecraft, el Fortnite o el FIFA de la PlayStation, y cuando internet aún no atrapaba a los más pequeños.

1. Balita
Un clásico que exigía motricidad fina, destreza y reflejos. En sus orígenes se jugaba con coco, hasta evolucionar a las conocidas bolitas de vidrio. Variantes como el kora’i, kora guasu o balita chipiû eran parte de la diversión. El reto: introducir la bolita en un hoyo, el famoso hoji. “Una variante era el balita curtú, cuyo premio consistía en el papel de los caramelos Culturales, que traían retratos de héroes y artistas”, recuerda el escritor Luis Verón.

2. Tukã’e kañy
El escondite paraguayo. Uno cuenta de espaldas, apoyado en un poste, pared o árbol, mientras los demás buscan refugio. El que logra llegar primero al tambo queda salvado, y quien es sorprendido debe asumir el rol de buscador en la siguiente ronda.

3. 14 la perdí
Un juego lleno de adrenalina y saltos. Uno se coloca en cuclillas mientras los demás lo saltan coreando la rima que va del “14 la perdí” al “18 taquito de militar”. Cada salto era un desafío físico y una excusa para las carcajadas.

4. Trompo
Con un simple hilo ferretería y un trompo de madera hecho a mano se ponía a prueba la habilidad. El objetivo: hacerlo girar. Los más hábiles lograban que el trompo “bailara” en la palma de la mano o sobre el brazo.

5. Tikichuelas
Aunque cualquiera podía jugar, eran las niñas las que dominaban este clásico. Con piedritas en mano, había que lanzarlas y atraparlas sin que se chocaran ni cayeran al suelo. Una mezcla de coordinación y paciencia.

6. Descanso
Conocido en otros lugares como rayuela, requería precisión. Se dibujaba una figura en el suelo y, lanzando una piedra, el jugador debía recorrerla saltando, evitando caer o pisar las líneas.

7. Un, dos, tres… ¡miro!
El desafío consistía en avanzar sin ser descubierto. Un jugador, de espaldas al resto, contaba y gritaba la frase. Al girarse, todos debían quedarse inmóviles, como estatuas. Ganaba el que lograba tocar primero el poste.

8. Pasará, pasará… ¡el último se quedará!
Un juego colectivo y musical. Dos niños formaban un arco con sus manos y los demás pasaban por debajo cantando la canción. El último en pasar era atrapado y debía unirse al equipo elegido.

9. Juego de la goma
Un elástico, dos compañeros que lo sostenían y una serie de saltos rítmicos con canciones de fondo. La dificultad aumentaba a medida que el nivel del elástico subía desde los tobillos hasta la cintura.

10. Polibandi
La infancia convertida en policías y ladrones. Con un canto que designaba a cada bando, la persecución llenaba los patios escolares hasta que el timbre marcaba el fin del recreo.

11. Ojavea
Destreza y puntería. Cada jugador lanzaba monedas de G. 100 o G. 500 contra una pared. El que lograba acercarse más se quedaba con todas. Un juego sencillo, pero con la emoción de apostar lo poco que se tenía.

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